Acerca de los
problemas en los niños
Dr. Pablo Korovsky
Se considera que los problemas de salud que expresan los
niños son producto en gran medida de lo que pasa en su entorno familiar, es
decir con sus padres.
Como suele suceder con todos los seres humanos, lo que no
queremos ver de nosotros mismos, lo negamos, reprimimos o proyectamos hacia
afuera, como si no fuera nuestro.
Los padres hacen lo mismo con sus hijos, y por lo general
se deslindan de la injerencia en el problema de sus hijos. Se preocupan si,
muchas veces, pero no tienen nada que ver con lo que le pasa al niño. Se trate
de una alergia, asma, otros problemas físicos, emocionales, de conducta o de la
índole que sea.
Hay que resolverle el problema al niño, es la demanda de
los padres, que llevan al hijo a una consulta como si llevaran el auto al
mecánico para que resuelvan el desperfecto.
Cuando decimos que el problema es del sistema, en este
caso la familia, encontramos en general muchas resistencias parentales a
integrarse al conjunto y asumir conciencia de ello.
Entonces muchas veces se fracasa en el intento
terapéutico, porque la escopeta no apunta al objetivo. Nadie quiere recibir la
bala terapéutica , que en los hechos duele,
al asumir responsabilidades en el problema.
¡Cómo llegar a un diagnóstico preciso y afinar la
puntería terapéutica?
Muchas veces no es fácil, los lobos se esconden detrás de
los árboles. Lobo estás?.. recuerda el clásico juego canción en el que el lobo
representa el miedo al padre o algunas de sus facetas que el niño percibe con
temor. Al lobo le cuesta aparecer en escena y siempre está preparándose con
alguna prenda que le falta para estar pronto, algo similar al padre, o a la
madre, que le cuesta “soltar prenda” para destapar la olla real del problema.
El gran bonete es otro cuento infantil en el que se
pregunta quien tiene la culpa de la situación? Nadie, el gran bonete.
Entonces ateniéndonos a las susceptibilidades narcisistas
que despierta hurgar en el nido familiar, la actitud del terapeuta es por lo
general, cauta y limitada. No quiere despertar la ferocidad del lobo, pues
podría terminar en sus fauces, como Caperucita.
De esta manera, como podemos hacer para que todos los integrantes aparezcan en el
juego y no se oculten entre las ramas del bosque.
Muchas veces no es posible generar espacios de esta
naturaleza, donde las ausencias hablan más que las presencias.
Pero el intento consiste en promover ámbitos pacíficos
donde no intervenga el sentido de ser juzgado, principal temor de los padres,
por lo cual ocultan todo eventual vestigio.
Los padres tienen que reconocer su implicancia en los
síntomas del hijo para que juntos puedan encontrar un camino terapéutico
fructífero.
Mencionaré algunas reflexiones breves acerca de los trastornos de conducta.
Muchos niños tienen problemas de comportamiento en la
escuela y esto puede responder a distintas
causas en el ámbito familiar.
Por ejemplo, un padre autoritario y poco contenedor puede
dar lugar a un niño que sólo acata ese registro de autoridad y no respeta a una
maestra con modos suaves y pacíficos.
El niño no reconoce otro registro de autoridad que el del
padre severo. Muchas veces el niño tampoco hace caso a la madre que vivencia como
una autoridad débil, aún a veces donde el padre esté ausente.
La maestra es un subrogado de la madre en la escuela y
por lo tanto sus parámetros de autoridad se reflejan.
Comúnmente las madres reclaman en la maestra la autoridad
que ellas mismas no poseen frente a sus hijos, una clara proyección de sus
propias limitaciones.
Muchas veces el desafío a la autoridad en la escuela es
parte de un juego que el niño establece inconscientemente con la maestra. El
juego del desafío, un juego más.
La autoridad del padre por otra parte puede pesar tanto
en las cualidades de su presencia como en ocasiones en su ausencia fantasma.
Lobo estás?